Basta que te diga esta frase para que de forma automática empieces a pensar en un oso blanco, luego podemos, en nuestra mente, cambiarlo de color, situarlo en uno u otro lugar, podemos imaginar un oso polar, un oso pardo, un oso panda e incluso podremos llegar a imaginar un oso verde pero no podremos dejar de pensar en ese animal.
¿Qué ocurre con los pensamientos?, ¿podemos controlarlos? ¿Se pueden eliminar o modificar? ¿son todos verdaderos?……..
Tenemos por costumbre definir a las personas en función de lo que hacen, de lo que es observable a simple vista olvidándonos de los pensamientos y emociones que llevan a hacer lo que se hace. Los pensamientos no se ven pero si nos guían, tomamos decisiones en función de lo que pensamos, validamos lo que nos viene a la mente sin cuestionarlo y ahí radica el problema.
Lo que pensamos no es el problema, la emoción que nos provoca lo que pensamos tampoco lo es, el problema está en lo que hacemos con ese pensamiento, si nos lo creemos o no, si le obedecemos. La conducta es lo que me trae problemas, normalmente ésta va dirigida tanto a nosotros mismos como hacia los demás, por lo que ha de ser cambiada a medida que los pensamientos problemáticos sean cuestionados.
“Actúas sin pensar”,…cuantas veces nos han podido decir eso o nosotros mismos decirlo. No se puede actuar sin pensar, imagina que estás jugando al tenis y de repente te viene la pelota a la que has de golpear, antes de hacerlo tendrás pensamientos que te permitirán posicionarte y orientarte en la pista, pensamientos que te harán coger la raqueta de una u otra manera para el golpe,….en cada conducta que realizas hay pensamientos. Estos pensamientos pueden pasar muy desapercibidos, ser muy rápidos y automáticos por lo que puede parecer que validan la frase “actúas sin pensar”
En algunas ocasiones los pensamientos que son automáticos y rápidos nos ayudan a decidir la mejor opción, como cuando jugamos al tenis, pero en otras ocasiones no necesitamos tomar decisiones rápidas, para aquellas cosas más importantes que nos afectan como son las relaciones familiares, sociales, laborales, hemos de darnos tiempo para cuestionar lo que pensamos y así tomar la decisión en la dirección más adecuada.
Algunos de los pensamientos que nos pueden generar problemas son:
- Deberías: “debo ser una buena persona” “debo hacer bien mi trabajo“, “debo tener la casa arreglada” ”debo ayudarlo a solucionar su problema”, “debo ser más abierto”. Lo pensamientos dentro de esta categoría son vividos como normas de obligado cumplimiento, siendo más adecuado cambiar el deber por el querer, “quiero ser una buena persona”, “quiero hacer bien mi trabajo”.
- Etiquetación: “soy tonto”, “soy aburrido”, “soy nervioso”. Lo que creo de mí mismo me va a acompañar el resto de mi vida, lo que me digo a mi mismo me condena a comportarme de la forma que pienso que soy. La etiquetación no se ha de limitar a aspectos que considero negativos; es recomendable ampliar las etiquetas positivas de uno mismo, todos las tenemos.
- Lectura de pensamiento: “seguro que hablan mal de mí”, “a ellos les caigo mal”, “no me ha llamado, eso es que no quiere estar conmigo”. Adivinar lo que otra persona piensa es mucho más que arriesgado ya que no disponemos de poderes sobrenaturales ni de una bola de cristal que nos lo permita.
- Visión catastrófica: “me va a pasar algo horrible”, me duele la cabeza, tendré algo grave”. Pensar en la peor opción posible lo único que me permitirá es dejar de hacer cosas que quiero hacer por miedo y normalmente, las cosas finalmente no son tan horribles como creemos.
- Generalización: “he fracasado en esta relación por lo tanto nunca tendré pareja”, “he suspendido este examen, nunca aprobaré la asignatura”. Estos tipos de pensamientos solo nos muestran una parte de la realidad, casos puntuales los convertimos en generales.
- Todo o nada/Blanco o negro: “solo hay dos formas de hacer las cosas, la correcta y la incorrecta”, “o consigo este trabajo o mi vida va a ser una ruina”. Mirar únicamente en dos direcciones limita mucho las oportunidades, la escala de grises y los puntos intermedios pueden ayudarnos a no ser tan rígidos.
Todos tenemos pensamientos de este tipo todos los días, un paso importante es identificarlos, saber que están ahí y posteriormente decidir qué hacer con ellos. No se pretende controlarlos o que desaparezcan ya que eso no va a ser posible pero si cuestionarlos con la finalidad de fomentar otros alternativos que nos creamos más y que sean más beneficiosos para nosotros, tanto en lo que nos hacen sentir como en lo que nos hacen hacer.
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