Todas las personas desempeñamos varios roles a lo largo de nuestra vida y varios de ellos se dan de manera simultánea: rol de hijo/a, de hermano/a, de padre/madre, de pareja, de amigo/a, de empleado/a,… Normalmente, las obligaciones diarias no nos permiten dedicar todo el tiempo necesario a “cuidar” a cada uno de estos roles y nuestra tendencia natural nos lleva a abandonar alguno de ellos, siendo el rol “yo mismo/a” uno de los más perjudicados. A veces, entendemos de manera errónea e incluso vemos como un lujo, el dedicar tiempo a nosotros/as mismos/as.
Dentro de este rol de autocuidado de uno mismo, el ocio juega un papel muy importante porque, a fin de cuentas, se trata de disponer de un poco de tiempo en el que voy a poder realizar alguna actividad que me permita “parar” de mis obligaciones diarias y hacer algo que, a priori, me apetece.
El problema es que, en ocasiones, iniciamos alguna actividad de ocio que no nos resulta gratificante pero que, “como ya me he apuntado” o “ya que la he pagado” o “es saludable, no puedo dejarla”,.. me empeño en mantener, aunque me cueste muchísimo esfuerzo tener que ir los días estipulados.
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Cuando tengo mucha ansiedad o un estado de ánimo decaído, la gente de nuestro entorno nos insiste en que debemos hacer actividades, apuntarnos a talleres, gimnasios, cursos,…. Y muchas veces, no hacemos una selección adecuada de la actividad a realizar por lo que, en lugar de una actividad reconfortante y deseada, se convierte en una carga a añadir a las que ya tengo, puesto que no me gusta y la culpa me impide abandonarla. Sin contar con la pelea conmigo mismo/a para no ceder ante las justificaciones que nos damos para no tener que ir a dicha actividad.
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El ocio terapéutico
Por todo esto, hoy quería hablaros de la importancia del ocio terapéutico en todas las situaciones pero, especialmente, cuando tengo elevados niveles de ansiedad o un estado de ánimo bajo.
¿De qué hablamos cuando nos referimos a “ocio terapéutico”?
Pues básicamente se trata de un ocio dirigido a la búsqueda de una actividad orientada a la mejora del individuo y de su capacidad de disfrute. Es decir, buscar una actividad que me haga desear que llegue el día y la hora en que tenga que acudir a la misma en lugar de convertirse en una obligación y una carga.
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¿Cómo puedo conseguir esto?
A la hora de elegir una actividad de ocio terapéutico, debemos seguir las siguientes pautas:
- En primer lugar debemos elaborar una lista de actividades que me gustaran en algún momento de mi vida y no inicié, o actividades que ya hice, me gustaban pero abandoné por algún motivo, actividades que siempre me han gustado pero nunca me he animado a iniciar, etc…
- De esta primera selección, debemos ir anotando la viabilidad de dichas actividades, teniendo en cuenta horarios, precios, compatibilidad horaria, etc…
- Seguidamente debemos elegir, de inicio, actividades que no cuesten demasiado esfuerzo pero sean muy gratificantes. Con el tiempo podremos ir incluyendo otras actividades, si fuera necesario, más difíciles y que cuesten mayor esfuerzo.
- No debemos caer en el error de sobrecargarnos de actividades. Incluso con una sola actividad puede ser suficiente.
- Es importante empezar poco a poco y tener en cuenta que cuando uno lleva mucho tiempo sin ocio es frecuente que en un principio no se disfrute de éste tanto como se espera, paciencia.
- Sólo el hecho de poder elegir yo mismo la actividad a desempeñar nos empoderará y nos hará sentir satisfechos.
- En cuanto a las temáticas de las actividades, las más terapéuticas son aquellas que contribuyen simultáneamente al estado de nuestra salud física y mental.
- Si, además, la actividad de ocio que escojamos requiere el uso de nuestras propias manos (p.e. bricolaje, puzles, manualidades,…) todavía será más terapéutica, ya que el emplear nuestros sentidos en la realización de la actividad, nos sentiremos más conectados a lo que estamos realizando y nos implicaremos emocional y personalmente.
Quienes no estén acostumbrados a crear opciones de ocio en sus vidas, si se ponen a ello les costará, e incluso dudarán de la utilidad del esfuerzo. Puede darse el caso además, de personas que lleven tanto tiempo sin dedicarse a ellos mismos algo de ocio y de momentos de satisfacción que cuando se les propone que hagan algo para sentirse bien, algo que les divierta, no saben qué pueden hacer, ya no recuerdan qué les gustaba, y lo que es peor, se sienten mal al intentar romper con la rutina (me siento culpable porque hay mucho que hacer, esto es una pérdida de tiempo, etc). Cuando esto ocurre es la primera señal de alarma, puede que el estrés o el estado depresivo se estén apoderando de la situación, es el momento de actuar, de un cambio.
La carencia de tiempo libre se ha convertido en algo de lo que presumir, asociamos a las personas ocupadas con valores positivos. Pero cuanto más se asienta esta asociación, menos importancia damos a los numerosos beneficios y ventajas del ocio para la salud. La realidad es que este ritmo de vida tiene consecuencias negativas para la salud. Conseguir tiempo, aunque sea breve, puede resultar complicado en nuestro día a día, pero no imposible.
Existe evidencia científica de que el tiempo de ocio provoca beneficios sobre nuestra salud, como:
- Mejora nuestro sistema inmunológico: la realización de actividades físicas en tiempos de ocio permite mantenernos sanos, incrementando nuestras defensas.
- Reduce los niveles de estrés: el estrés prima en nuestra vida diaria, y la mejor forma reducirlo es dedicar tiempo a practicar hobbies, quedar con los amigos y desconectar.
- Mejora el sueño: al reducir los niveles de estrés, conseguimos que nuestro sueño sea profundo y reparador. De esta forma seremos capaces de hacer frente al día siguiente con más ganas.
- Ayuda a conocernos mejor: dedicarnos tiempo ayuda a reencontrarnos, a ser conscientes de nuestros pensamientos y a saber cómo aislarnos de todo los que nos rodea
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