Hoy contamos con un nuevo artículo de Patricia, la compañera que realiza las prácticas con nosotros, el cual puedes leer a continuación, en esta ocasión hablando sobre los efectos del aislamiento en nuestros mayores.
En general, el envejecimiento en sí conduce a un deterioro general muy marcado.
El aislamiento social es algo frecuente en personas mayores debido a diferentes circunstancias, como pueden ser la jubilación o la viudez. A ésto le añadimos estos últimos años la enfermedad de COVID-19, que ha promovido un aislamiento social general, pero muy especialmente entre las personas de edad avanzada, por ser un grupo de mayor riesgo debido a la comorbilidad, los síndromes geriátricos y la fragilidad asociada al envejecimiento.
Efectos psicológicos del aislamiento
En el aislamiento, las personas mayores sienten una falta de compañía, de afecto y de apoyo. Pero además, este estado puede conllevar a un declive funcional y cognitivo más rápido, con un aumento de la ansiedad y problemas de aprendizaje y memoria.
Un estudio ha encontrado diferentes síntomas (de moderado a severos) en un conjunto de personas de edad avanzada, donde el 36’3% mostraba problemas para dormir a causa del confinamiento, un 32% sufría síntomas de estrés, un 10% mostraba disfunción social en las actividades de su día a día, un 6% sufría síntomas psicosomáticos (síntomas físicos que provienen de procesos psicológicos como la ansiedad, el estrés o la depresión), y un 5%, síntomas depresivos.
La salud psicológica y emocional de muchas personas se está viendo seriamente afectada, y los efectos (que son similares a los del estrés postraumático) pueden ser muy duraderos.
El confinamiento en casa, sin posibilidad de salir más que a asuntos imprescindibles, la reducción de salidas a una hora diaria, o el doble confinamiento de las personas en residencias (aislados del exterior y en su habitación sin gozar de las zonas comunes), y sobre todo de las personas con demencias, tiene muchas consecuencias negativas:
- Reducción o inactividad física, y su implicación en problemas de sueño
- Insomnio y somnolencia diurna
- Aumento del deterioro cognitivo por haber dejado de realizar actividades de estimulación cognitiva, talleres, tertulias, terapias grupales, voluntariado, etc.
- Afectación del estado emocional y anímico, con un aumento de la sintomatología depresiva
- Falta de contacto con otras personas
- Sentimiento de soledad
Efectos de la soledad
La soledad aumenta el riesgo de sedentarismo, la enfermedad cardiovascular, la alimentación inadecuada y el riesgo de muerte. Además, también se pueden ver afectadas la cantidad y la calidad del sueño, provocando una mayor fatiga durante el día.
Otros aspectos a los que afecta el aislamiento por COVID
Las personas mayores (y también los familiares) pueden experimentar síntomas depresivos o ansiosos simplemente con el hecho de pensar en:
- La falta de cuidados adecuados que pueden existir al final de vida de estas personas (por la imposibilidad de estar junto a ellos para evitar el contagio)
- No poder tener una muerte digna
- No poder realizar un duelo o despedida de la manera socialmente adecuada
- Que el virus pueda afectar a los hijos y nietos
- Tener que ir a un hospital colapsado
- La posibilidad de morir en la UCI sin despedirse
- No poder tener / realizar un velatorio tradicional
Además, la prohibición de visitas a las personas mayores que viven en los centros residenciales, a pesar de ser una medida preventiva, se ha convertido en una fuente extra de aislamiento social y de soledad emocional, dado que no pueden ver ni estar junto a sus familiares. La única fuente de vínculo familiar se ha visto reducida a unos momentos de comunicación por videollamada.
En general, los mayores comprenden la situación y entienden la imposibilidad de ver en persona a sus familiares durante las olas de COVID, sin embargo, aquellas personas con demencia u otras afecciones psicológicas pueden no llegar a comprenderlo bien, incluso llegando a pensar que han caído en el olvido para sus familiares y personas queridas.
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Algunas ideas para evitar o combatir las repercusiones psicológicas
Debido a todo lo anterior, y al valor añadido de que las personas mayores son las que más tienden a conservar el miedo al contagio, por lo que son más reticentes a realizar actividades y promover su vida social en estas circunstancias, se ofrecen a continuación algunas ideas para mantenerse activo y socialmente conectado, conservando las medidas de seguridad pertinentes:
- Comunicarse con sus seres queridos a través del teléfono, mensajes de texto, redes sociales, videollamadas o cartas
- Seleccionar tiempo cada día para mantenerse conectado con sus seres queridos o amigos, para charlar y compartir los sentimientos, o incluso sugerir alguna actividad para fortalecer las relaciones que ya tiene
- Encontrar una actividad de su interés (aprender cosas nuevas, actividades físicas o sociales, programas de envejecimiento activo, etc.)
- Retomar una vieja afición o pasatiempo
- Si no sabe mucho de tecnología y le interesa, inscríbase en una clase en línea o presencial
- Puede optar por adoptar una mascota, si tiene posibilidad de cuidarla
- Realizar ejercicio semanalmente (salir a caminar con los amigos o vecinos, por ejemplo)
- Consulte los recursos y programas que están disponibles en las agencias de servicios sociales, en la biblioteca, los centros comunitarios o centros de personas mayores
Envejecimiento activo, algunas claves para conseguirlo
Es importante que una persona se mantenga activa tanto física como psicológicamente, especialmente si se trata de personas mayores que, generalmente, no tienen obligaciones que cumplir que les ayuden a distraerse del aislamiento y del sentimiento de soledad que éste conlleva.
Mantenerse activo y socialmente conectado influye en la felicidad, porque ser feliz no depende de lo que tenemos, sino de lo que disfrutamos, y lo que más merece la pena disfrutar… es el tiempo.
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