Hoy contamos con un nuevo artículo de Patricia, la compañera que realiza las prácticas con nosotros, el cual puedes leer a continuación, en esta ocasión hablando sobre la escucha activa.
Nuestra naturaleza nos lleva a relacionarnos con los demás, a mantener conversaciones y a establecer vínculos afectivos que comienzan con las relaciones sociales, pero ¿nos relacionamos de la manera más adecuada?
Para disfrutar de relaciones saludables es importante tener en cuenta cómo nos comunicamos con los demás, y también cómo dejamos que los demás se comuniquen con nosotros.
Un paso importante para una buena comunicación
Un pilar fundamental en la comunicación es la escucha activa, que se refiere a escuchar (no solo oír) a quien nos habla de manera activa y concienciada, manteniendo toda la atención en lo que dice, pero sin juzgarle, darle una opinión, consejo o solución. Sin embargo, la escucha activa no solo implica escuchar lo que la otra persona expresa directamente con palabras, sino que también implica atender a los sentimientos, ideas o pensamientos que están en la base de lo que estamos escuchando.
Pero, ¿qué diferencia existe entre ESCUCHAR y OÍR?
- Oír se define como «percibir con el oído los sonidos»
- Escuchar se define como «prestar atención a lo que se oye»
La diferencia fundamental entre estos dos términos radica en la voluntariedad y la predisposición, es decir, oír es algo involuntario, dado que oímos los sonidos que nos rodean aún sin esperarlos o buscarlos; sin embargo, escuchar es un acto voluntario que requiere de una actitud activa para comprender lo que estamos oyendo.
Escucha activa y escucha NO activa
Nos es complicado escuchar la experiencia de un amigo o el problema de nuestro compañero sin que nos venga a la cabeza una situación similar personal, o sin pensar en qué solución le daríamos nosotros, ya que pasamos la mayor parte del tiempo pendientes de lo que nosotros mismos pensamos y decimos, sin prestar la atención necesaria a lo que piensan, dicen y sienten los que están a nuestro alrededor.
Sin embargo, cuando una persona nos quiere contar algo, la mayoría de ocasiones puede que simplemente quiera que escuchemos lo que tiene que decir, ya que en muchas ocasiones acudimos a la narración de los hechos para expresarnos y poder compartir nuestra emoción, o porque necesitamos contar lo que nos pasa para sentirnos más liberados, para concienciarnos de ello o incluso para poder reconocerlo como un hecho real. Por el contrario, la mayoría de personas tendemos a juzgar lo que estamos escuchando, a contarle a esa otra persona un hecho o situación similar que nos ha ocurrido, o a darle un consejo o decirle cómo solucionar el problema sin que nos lo pida.
Ahí es donde radica la principal diferencia entre una escucha activa y una escucha NO activa, pues nos deberíamos limitar a ofrecer un consejo o solución a otra persona cuando nos lo pida expresamente, o a narrarle algo personal si nos pregunta tras haber escuchado lo que nos ha contado, ya que, de no ser así, podemos dar a entender que no nos interesa lo que estamos escuchando o que no estamos prestando la atención que nos demanda.
La capacidad de hablar, pasa por saber escuchar
La escucha activa posee una serie de características que se deben cumplir para poder ponerla en práctica:
- No interrumpir a la persona que nos habla
- No hacer hipótesis o suposiciones sobre lo que nos cuenta
- No distraerse y pensar en otra cosa mientras la otra persona nos habla
- Mirarle a la cara y atender a sus expresiones faciales
- Demostrarle que se le está prestando atención realizando gestos de asentimiento, mirándole a los ojos, emitiendo palabras de refuerzo o cumplidos, etc.
- Ratificar lo que nos dice para estar seguros de haberlo comprendido, preguntándole sobre los aspectos importantes, parafraseando (expresando con nuestras propias palabras lo que nos acaba de decir) o elaborando un pequeño resumen de lo que nos cuenta para darle feedback
- Mostrar buena disposición a escuchar
- Centrar toda nuestra atención en lo que nos dice y en los gestos que realiza mientras nos habla
Además, el reflejo automático o mirroring, es decir, expresar con nuestro rostro (de manera involuntaria) la expresión facial de quien nos habla, parece indicar simpatía y empatía en situaciones que conllevan una connotación emocional. Sin embargo, si esta imitación se hace de manera consciente o no automática, parece ser señal de inatención.
¿Qué es la ventilación emocional y cómo podemos llevarla a cabo?
A continuación veremos dos ejemplos de comunicación:
Esta escena pertenece a la película «Sin Rodeos», donde se observan dos claros ejemplos de lo que es oír pero no escuchar y, por lo tanto, de lo que NO es la escucha activa:
Esta otra escena pertenece a la serie de televisión “Los Simpsons” y se puede observar, con un poco de humor, cómo Homer pone en práctica la escucha activa (a pesar de ser un personaje con cualidades muy contrarias a ella):
La escucha activa es algo que se puede aprender y poner en práctica, dado que es una cualidad que no necesariamente aparece de manera innata en las personas.
Al igual que montar en bici, cocinar o cualquier otra cualidad o aprendizaje que podemos obtener a lo largo de la vida, es importante practicarla para poder ejecutarla cada vez mejor y con menos esfuerzo.
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