Cuando recorres más de 100 km al día, para ir y volver de trabajar, pasa algo que se vuelve inevitable en un momento dado: TE ABURRES.
A mí me encantaba conducir, (como al del anuncio). Me saqué el carnet con 18 años y no veía el momento de coger el coche con cualquier excusa. Me ponía mi música, llevaba a mis amigos y era feliz conduciendo.
Hoy, con 36 años y más de 300.000 km a mis espaldas puedo decir bien alto que estoy hasta los c-o-j-o-n-e-s de “los 40”, de “la kiss fm” y, en definitiva, del coche. Pero como no me queda otro remedio, me las tengo que ingeniar para aprovechar esta hora y media diaria de aburrimiento supino. Así que si te encuentras en una circunstancia similar a la mía, quizás te sirva mi experiencia para aprovechar el tiempo en carretera con algo más productivo que escuchar al Bisbal. Como por ejemplo:
APRENDER IDIOMAS: hace unos años descubrí que en un tramo de la autovía podía sintonizar la “Vaughan Radio”. Es una emisora que ofrece clases de inglés a distintos niveles. Es súper entretenido y va bien para practicar el “listenning” y la “pronunciation”. ¿Lo malo? Que yo lo tenía limitado a unos 15 km y necesitaba más. Al final este año le pedí a mi marido que me regalara por mi cumpleaños el curso en CD y así voy, como las locas, hablando sola… pero en un inglés de Oxford, que conste.
LLAMAR A AQUEL AMIGO CON EL QUE HACE TIEMPO QUE NO HABLAS: vale, aunque me sienta un poco mala persona al escribir esto que voy a poner, creo que a más de uno nos pasa. Hay amigos con los que no hablamos desde hace años y cuanto más tiempo pasa, más pereza nos da llamarlos. Básicamente porque ¿qué le cuento? Pues el contenido es lo de menos, lo importante es mantener el contacto y decir de vez en cuando “Hola ¿qué tal te van las cosas?”; y si llevas bluetooth en el coche ya no tienes excusa.
ENTRENAR LA COORDINACIÓN OJO-MANO-BOCA: el coche es la mejor herramienta para entrenar esta habilidad. Sí, cuando vas tranquilamente conduciendo, cumpliendo las normas de tráfico (como está mandado!) y de repente ves que un listo te adelanta por la derecha, sin previo aviso ni intermitente que se precie por supuesto… tu mano cobra vida propia y empiezan a manar de tus dedos un sin fin de posturas y signos que ni sabías que existían, acompañados, eso sí, de un chorreo de improperios que brotan de tu boca al estilo “la niña del exorcista”.
JUGAR: y no me refiero al veo-veo o a las adivinanzas (¡no estoy tan ida!), sino a que imagino que vivo en una realidad tipo “The Walking Dead“ y voy conduciendo hacia un pueblo desierto con el objetivo de conseguir alimento y gasolina para mi próximo destino. Es divertido (para mí lo es, lo juro), es seguro (hasta el momento no me he encontrado a ningún caminante) y… ¡qué narices! si algún día llega el momento yo ya estaré mentalizada.
BUSCAR A LA NIÑA DE LA CURVA: sí, eso también lo hago. Y os puedo asegurar (y te hablo directamente a ti, Iker Jiménez) que la dichosa niña NO EXISTE. Sólo una vez, era de noche y en el puerto de la cadena vi a una mujer al pie de la carretera. Iba vestida con un camisón largo y gris, no tenía ojos y llevaba el pelo revuelto. Me señalaba directamente con su dedo esquelético y movía sus labios insinuando la palabra “muerte”. La gente está fatal…
PENSAR EN LOS PROBLEMAS DEL DÍA Y BUSCAR SOLUCIONES: hace meses descubrí que muchas noches me costaba conciliar el sueño porque me ponía a pensar en los problemas justo en el momento de irme a la cama. Gran error, porque esto es un círculo vicioso ya que si duermes poco, al día siguiente estás cansado y posiblemente de mal humor, con lo que lo verás todo un poco más negativo de lo que es y por la noche tendrás más problemas aún en los que pensar. Y así iba acumulando pensamientos negativos que me impedían relajarme. Una buena solución que encontré fue desplazar los problemas al momento de conducir y reservarme la búsqueda de soluciones para entonces. ¿Para qué llevarte el disgusto con tu compañero de curro a casa si lo puedes dejar en el coche?
RECONCILIARME CON DIOS: en ocasiones excepcionales, más o menos cada luna llena, le echo un par y sintonizo “Radio María”. Escuchar las opiniones que se vierten en dicha emisora sin querer saltar a la cuneta con el coche en marcha es toda una prueba de fe, os lo aseguro…
Nadie me podrá reprochar, una vez deje este mundo, que no me he sacrificado, desde luego.
Hasta aquí, las cosas que hago para no aburrirme en el coche.
¿Y tú? Si te aburre conducir, ¿Qué haces en vez de escuchar música mientras conduces?
Jajajaja!!! Estás fatal!! 2 soluciones prácticas!! Como estás hasta los cojones de la radio, volver a empezar a oír tu mítico disco forever de los Rodríguez, y si no, vivir en la ciudad donde trabajas!!!