El escenario cambia continuamente y con él, los caminos a recorrer, pero ¿Dónde quedan las emociones en todo esto? ¿Trabajamos nuestras emociones a lo largo de nuestras vidas?
Durante años nos enseñan áreas de conocimiento necesarias para nuestro crecimiento. Todo esto nos ha permitido avanzar en áreas como la medicina y también estamos viviendo en una era tecnológica en la que asumimos que quien no sabe usar un ordenador está anticuado, quien no tiene Facebook, twiter o twenty no está actualizado. Bien, ¿y las emociones?
Aprendemos para forjarnos un futuro, para ser buenos a nivel profesional, para alcanzar metas, para desenvolvernos, para ser independientes, en definitiva, para adaptarnos a los tiempos. Ya no necesitamos vivir en cuevas, tenemos casas, pisos, estudios, mansiones y palacios. No necesitamos vivir en manada para protegernos de feroces animales que quieren comernos, no nos enfrentamos a los mismos peligros que en la prehistoria y en etapas posteriores. Bien, ¿y las emociones?
Las emociones:
- Lo que sentimos (miedo, alegría, tristeza, sorpresa) nos indica lo que queremos, nuestras motivaciones, deseos, metas y necesidades, y también aquello que no queremos. Contienen mucha información para permitirnos dejarla pasar por alto
- Quedan afectadas por todo aquello que vivimos, estando muy relacionadas con lo que pensamos y hacemos. Si hay tanta interrelación, ¿porque no tratar las emociones como otra área de conocimiento necesaria para nuestro crecimiento?
- Son de cada uno, muy particulares, no son ni verdaderas ni falsas, ni buenas ni malas y todas son necesarias para la supervivencia.
¿Crees qué tener miedo es malo?
Imagina que caminas una noche llegando a casa, y que al final de la calle observas que hay una pelea. La emoción de miedo y de preocupación, te avisa de que has de protegerte y probablemente optes por alejarte, llamar a la policía y cambiar la ruta de llegar a casa. En este caso, el miedo te protege.
¿Crees qué estar triste es lo peor del mundo?
Imagina a alguien que acaba de pasar por una ruptura sentimental, todo se ha venido abajo, no hay vuelta atrás, las circunstancias han cambiado y hay que adaptarse. La tristeza y el proceso de duelo, ayudan a la persona a reconstituirse tras la pérdida, a lo que llamo “lamerse la herida”, dejando claro que esta acción ha de tener un principio y un fin, no podemos retrasar los procesos de duelo ni alargarlos, ya que en ambos casos nos ocasionaran problemas.
Hay una distinción entre sentir una emoción y expresar una emoción
Preferimos, en ocasiones, enmascarar emociones, adaptarlas a lo que es cultural, moral y socialmente aceptado esto, aun si cabe, genera más confusión en la identificación de lo que sentimos, y en contrapartida, en lo que manifestamos. Muchas veces, algo que ha ocurrido nos ha ocasionado tristeza y lo que hemos expresado ha sido enfado, otras veces, las cosas nos alegran y apenas lo manifestamos.
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