El tiempo es oro, dicen por ahí. Y con los años he ido descubriendo la gran verdad que hay encerrada en esta frase. De pequeño apenas lo percibes. Recuerdo que la primera vez que me planteé el paso del tiempo fue en 1º de EGB (para la generación LOGSE os aclaro: EGB es lo que ahora se denomina primaria, pero con 2 cursos más). Un profesor me dijo que quedaba una semana para ir de excursión y me pareció una eternidad. Porque con 6 años, 7 días son muchos días. Las horas pasan lentas, los recreos son laaaargos (te da tiempo a jugar, enfadarte con tu amiga, reconciliarte y seguir jugando) y la jornada de cole no tiene fin. Yo no sé qué ocurre pero conforme te haces mayor, el tiempo parece volar (incluso los malditos lunes!). Un día estás haciendo selectividad y al instante siguiente te han salido pelos en sitios que jamás imaginarías. En fin, que como el tiempo parece ser lo único en la vida que pierdes y no vuelves a recuperar jamás, me he prometido a mí misma (ahora que se acerca el 2015), como propósito de Año Nuevo, permitirme disfrutar de MI tiempo, un poquito más de lo que llevaba haciéndolo ¿Por qué? Porque nuestro horario está repleto de rutinas, obligaciones, trabajo, tareas poco gratas… y ¿dónde dejamos el hueco para rellenarlo con el tiempo libre que todos necesitamos de vez en cuando para desconectar?
Gestión del tiempo: lo importante no es siempre lo urgente
No me refiero al ocio planificado del tipo “me voy de viaje”, “celebro una fiesta” o “monto un picnic”, que siempre lleva asociado una pequeña dosis de ansiedad durante los preparativos previos, sino al “ocio tonto”. Aquellos momentos en los que te lo pasas en grande aún sabiendo que puede ser una auténtica pérdida de tiempo. Pero ¿es malo perder el tiempo? Si lo pierdes disfrutando, yo opino que NO. Y para muestra, os paso a detallar 5 ejemplos de cómo me gusta a mí perder el tiempo:
MARATÓN WALKING DEAD: perder el tiempo viendo una temporada completa de mi serie favorita, en el sofá de casa, con mi pijama, mi bata y mi perra encima. Un capítulo tras otro, sin pausas más que para visitar el WC y para comer (normalmente algo rápido y poco sano). Un día en el que mi única preocupación sea que a mi querido Rick no lo devoren los zombis.
EXPERIMENTO MASTERCHEF: perder el tiempo metiéndome en la cocina de casa, abrir la nevera, sacar 8 ingredientes al azar y echarle mucha imaginación para convertir esa mezcla explosiva en un plato comestible (y que encima esté bueno…). Por supuesto, lo ideal es contar con un conejillo de indias (en mi caso es mi marido) que haga de Jordi Cruz y sea benévolo con el veredicto.
“CATANEAR” HASTA QUE EL CUERPO AGUANTE: perder el tiempo jugando a “Los colonos de Catán”, un gran juego de estrategia que puede llegar a enganchar tanto como la Coca-Cola. Las partidas son largas (a mayor número de jugadores, más se eternizan) y por eso lo intento dosificar. Pero no hay placer igual que abrir el tablero y no mirar el reloj de nuevo hasta que te hayas cansado de “construir pueblos”. El peligro es que puedes acabar peleado MUY FÁCILMENTE con tus contrincantes (más si son el Mandril, el Pipo o el Renato), pero en unas horas volvéis a ser amigos (lo juro!).
¿HACEMOS UN “LOQUE”?: perder el tiempo haciendo un «LOQUE». Durante las vacaciones, hay una actividad que solíamos realizar los amigos de la playa con frecuencia en el pasado, y pienso retomar. Consiste en (sin mirar antes la cartelera), ir al cine de verano y pillar entradas para LO QUE DEN. A veces sale bien (pocas) y otras te tragas unos bodrios infumables, pero siempre resulta emocionante el momento de intriga previo a sentarte en aquellas maravillosas sillas de plástico ¿CONSEJO? llévate un cojín mullidito.
PARARME A OLER LAS FLORES: vale, no voy a decir que lo hago porque quien me conozca mínimamente sabe que es mentira. No me refiero en absoluto a agacharte y ponerte una rosa en la pituitaria, sino a detenerte a disfrutar de lo que estás haciendo en TU momento de relax. Exprimir la experiencia en todos los sentidos, prohibiendo la entrada a pensamientos sobre el trabajo, las enfermedades, los niños… las preocupaciones cotidianas, en definitiva.
Pensamientos y Creencias: tras mis pensamientos están mis creencias
Como veis, son todas éstas, actividades que podría hacer o no, y mi vida no cambiaría ni un ápice. Pero que sin ellas, me estaría perdiendo la oportunidad de disfrutar (DE VEZ EN CUANDO) del inmenso placer de perder el tiempo sin sentirme culpable por ello.
Mi tiempo es MÍO y hago lo que quiero con él. ¿Y tú? ¿Cómo prefieres perder el tiempo, disfrutando o sintiéndote culpable?
Uffff. Gran placer el de perder el tiempo. En realidad, creo que perer el tiempo es justamente lo contrario.
Todos los días me levanto a las 7:00 de la mañana para poder perder el tiempo trabajando y lucho día día para conseguir momentos de aprovechar le tiempo jugando al Catán, ver una serie del tirón o hacer un «loque».
Estoy convencido de qu el día que me toque largarme de esta vida me arrepentiré de no haber dedicado más tiempo a estar con la pareja, la familia y los amigos. DE no habre pasado más tiempo jugando, pescando o perderiendo el tiempo.
Pero estoy seguro de que, el día que me vaya, no me arrpentiré de no haber dedicado más tiempo a trabajar. Lo aseguro.
Amén Javi!
Se te ha olvidado mencionar el Candy Crush!!! 🙂
Es que me estoy quitando Joab… imposible alcanzarte ya! No me motivan los caramelitos, ahora juego al Pyramid (te lo recomiendo)
Llevas razón!!!!!! Gracias por ayudarme a no sentirme tan cumpla le cuando «pierdo el tiempo», el tiempo creo que en realizar no se pierde, sólo pasa, y hay que disfrutarlo en cada momento. Gran artículo!!!
Gracias Mario! Es cierto, el tiempo simplemente pasa. Y la sensación de estar perdiéndolo o aprovechándolo es totalmente subjetiva. Un saludo amigo!!