Hoy contamos con un nuevo artículo de Patricia, la compañera que realiza las prácticas con nosotros, el cual puedes leer a continuación, en esta ocasión hablando del síndrome del niño hiperregalado.
Se acercan fechas importantes: fechas de felicidad, y fechas de regalos, muchos regalos.
Desde hace pocos años atrás se está haciendo énfasis en un «síndrome» que tiene como protagonistas a los niños que reciben una excesiva cantidad de regalos: el «síndrome del niño hiperregalado».
Este denominado síndrome todavía no se ha registrado en ningún manual de diagnóstico, pero debido a las características de nuestra sociedad y a su creciente nombramiento por parte de sociólogos, psicólogos y psiquiatras, parece adecuado dedicar un momento a conocerlo.
¿Qué es un niño hiperregalado?
Un niño hiperregalado es aquel al que su familia colma de juguetes, muchos más de los necesarios, dando lugar a diferentes síntomas, como son:
Sobreestimulación
Los niños no pueden prestar la atención y el tiempo necesarios a cada uno de los regalos, por lo que acaban centrándose solamente en uno de ellos.
Pérdida de ilusión
La ilusión va decreciendo a medida que se suma el número de regalos, pues la ilusión se produce por la esperanza de que ocurra algo que se desea, pero una vez que ha ocurrido, si se repite continuamente, la ilusión se pierde.
Baja tolerancia a la frustración
Cuando no reciba tantos regalos se sentirá frustrado e insatisfecho, valorando solo la cantidad de regalos, y no su valor emocional y afectivo.
Estos niños no saben apreciar la connotación emocional que conlleva un regalo (esa bufanda llena de amor que le ha hecho su abuela, el juguete que tanto se desea y que le regalan sus padres para disfrutar de la felicidad de verle jugar con él, o la manualidad que su primo ha pasado mucho tiempo realizando con la ilusión de entregársela), por lo que solo se fijan en lo material, en si les gusta el regalo o no, y en caso de no ser de su agrado, simplemente lo desechan o lo apartan, sin hacer el mínimo aprecio.
Posibles causas de este síndrome
A casi todo el mundo nos han hecho muchos regalos cuando éramos pequeños (y no tan pequeños), pero se suelen asociar a fechas concretas, «especiales» (nuestro cumpleaños o Navidad, generalmente), ya que es algo que la sociedad nos ha enseñado, y una forma de poner en práctica la ilusión y el entusiasmo, pero aunque el síndrome del niño hiperregalado se acentúa más en esas fechas, está presente durante todo el año.
Hoy en día existe demasiado consumismo, y demasiado materialismo, es decir, nos centramos más en las cosas que queremos que en las que de verdad necesitamos, porque nuestra sociedad nos incita a no conformarnos, a tener aquello que está «de moda» o aquello que los demás tienen.
Ésto puede generar graves problemas en los niños y niñas, pues están muy expuestos a esos valores y creencias, y el papel fundamental para intentar que nuestros niños no centren su vida en el consumismo, lo tienen los padres y familiares más cercanos, ya que son los principales educadores, los que inculcan los valores más importantes en la vida, y los que enseñan que un regalo no es solamente algo material, sino aquello que alguien te brinda para mostrarte su aprecio, y que no tiene que ser simplemente el mejor juguete del año o el móvil de última generación, sino que puede ser algo mucho más simple.
La culpa
Muchas veces los padres, víctimas de la culpabilidad por querer y no poder pasar más tiempo con sus hijos (por temas laborales, principalmente) y por no prestarles demasiada atención, intentan suplir su presencia haciendo regalos a sus hijos, pensando que así serán más felices, o se darán cuenta de lo mucho que los quieren, pero no es así.
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Lidiar con las consecuencias
Otra posible causa es que los padres muchas veces no se pueden contener y asumir las consecuencias derivadas de negar regalos a sus hijos, por lo que prefieren ceder y cumplir todas las exigencias de los niños, pensando que así serán más felices, o que no les reprocharán que no les han comprado lo que pidieron, sin pararse a pensar en las posibles consecuencias de ello.
Los niños necesitan regalos, por supuesto, pero no necesitan regalos de «compensación», ni tener todos los juguetes existentes en el mundo. Necesitan regalos que les motiven, que les hagan desarrollar su imaginación, pero también necesitan entender que los regalos son algo que conlleva un valor sentimental, para que sepan valorarlo y cuidarlo y desarrollen unos valores acordes a ello.
Un niño no necesita regalos para ser más feliz, sino una vida de calidad junto con sus familiares más próximos.
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Posibles consecuencias del síndrome
Los niños que sufran este síndrome podrán desarrollar su adultez como personas materialistas, guiadas por el consumismo, a la par del desarrollo de diferentes problemas morales y psicológicos. Se pueden desarrollar como personas egoístas, con una alta falta de creatividad y ausentes de ilusión y de interés por las cosas.
No valorarán lo que tienen, porque no han podido conocer la teoría del esfuerzo, ya que estarán acostumbrados a tener lo que desean sin habérselo ganado, y también juzgarán a los demás por lo que tienen en lugar de por cómo son.
Nunca estarán contentas con nada y serán caprichosas, mostrándose con frecuencia como personas ansiosas, tristes, agitadas o enfadadas, porque siempre querrán más y más, desarrollando un vacío emocional y, por supuesto, desarrollarán una baja tolerancia a la frustración, pues no habrán aprendido que «en esta vida no se puede tener todo», dado que si siempre han tenido aquello que han deseado, no serán capaces de aceptar la frustración que nos causa no poder tener o conseguir aquello que nos gustaría.
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