Una de las causas más frecuentes de consulta en lo que a hijos se refiere es ésta: Mi hijo se porta mal.
Una conducta inadecuada en un momento dado no es para echarse las manos a la cabeza sino que es “normal” que en determinadas etapas del desarrollo del niño, éste confronte los límites impuestos por sus padres. Es evolutivo, es inherente al desarrollo cognitivo e incluso es señal de inteligencia. Ahora bien, el problema se desata cuando pasa de una desobediencia puntual a lo que llamamos los psicólogos CONDUCTA DISRUPTIVA.
¿Qué es la conducta disruptiva?
El comportamiento disruptivo es un repertorio de conductas inadecuadas que el niño muestra con una frecuencia prolongada en el tiempo. Puede conceptualizarse como rabietas, pegar a otros niños o a los padres, romper objetos, oposición constante a las normas, saltarse los límites referidos a rutinas (como la hora de comer, dormir, ducha…), insultos, defecar o hacerse pipí encima (en edades en las que el control de esfínteres ya debería producirse)…
¿Qué debemos conocer los padres sobre la conducta disruptiva?
Pues para empezar, lo primero a tener en cuenta es que si mi hijo se porta mal, es por algo en concreto. No es algo azaroso, ni algo referido a “me a tocado un niño malo”. Olvidemos la lotería conductual y evaluemos las causas que pueden estar influyendo en las conductas que muestra mi hijo.
Las variables que están relacionadas con la mala conducta de nuestro hijo y que CAUSAN el inicio de ésta, pueden ser una o más de las siguientes:
Variables internas al niño: baja tolerancia a la frustración, autoestima baja, menarquía temprana (anterior a los 11 años), escaso control de impulsos, déficit de atención con hiperactividad, ansiedad, depresión infantil, pocas habilidades sociales y falta de empatía.
Variables externas al niño: separación o divorcio, rechazo social o escolar, problemas de adicción en los padres, normas ambivalentes, incoherencia entre los estilos educativos de los padres, ambiente socio familiar desajustado, celos entre hermanos, escasos límites educativos, sobreprotección, malos tratos y comunicación familiar inadecuada.
A la hora de analizar la mala conducta de nuestro hijo nos tendremos que detener a observar si alguna de estas circunstancias se está produciendo. Como os he comentado, éstas son CAUSAS que promueven el INICIO de las conductas disruptivas. Pero en un problema conductual no solo influyen las variables que lo causan sino que también hay factores que hacen que estas conductas SE MANTENGAN. Y estos factores normalmente se relacionan con CÓMO RESPONDEMOS los padres ante estas conductas.
Aquí entran en juego los REFORZADORES.
¿Qué es un reforzador?
Es una reacción nuestra que va a propiciar que una conducta inadecuada de nuestro hijo se mantenga, se extinga o se modifique.
SIEMPRE (y lo pongo en mayúsculas y en negrita) podemos intervenir ante la mala conducta.
- Primero: identificando la conducta sobre la que voy a intervenir. De nada os servirá pensar que “mi hijo se porta mal en general”, porque no es cierto. Aislad las conductas que hay que corregir o eliminar y plantead posibles acciones sobre las mismas.
- Segundo: las posibles acciones son 3. Castigar o ignorar la mala conducta y premiar la conducta alternativa deseable que queremos implantar en el repertorio conductual de vuestro hijo.
- Tercero: la cuestión no es solamente qué reforzadores debo emplear, sino lo que es aún más importante, CÓMO.
¿Cómo castigar y premiar conductas?
El castigo debe ser acorde a la edad de vuestro hijo. Tiene que ser contingente a la conducta producida y además no se puede demorar en el tiempo, pues pierde efectividad. El niño debe saber que se está castigando ESA CONDUCTA específica y siempre le tenemos que ofrecer una alternativa de acción para que aprenda una conducta adecuada (que sustituya a la que ha realizado).
Por ejemplo, un niño de 4 años ha tirado del pelo a su hermana porque no le dejaba el muñeco. Tras observar la conducta lo separamos, le llevamos a un rincón de la casa y lo sentamos (tantos minutos como años tenga), debe permanecer ese tiempo solo. Cuando volvemos le explicamos que tiene que pedir perdón a su hermana y cuando quiera el muñeco se lo tiene que pedir primero. Si ella no se lo deja al momento se tendrá que esperar a que su hermana deje de jugar.
Como veis, estamos castigando el mal comportamiento y al mismo tiempo le decimos cómo actuar “bien”. Por supuesto, le incitamos a que ponga en práctica la conducta adecuada y cuando lo haga lo premiamos (con un refuerzo social, principalmente; del tipo “lo has hecho muy bien, así es como tienes que comportarte cuando quieras el muñeco de tu hermana”. Lo abrazamos y le plantamos un beso). ¿Qué aprende nuestro hijo? Que cuando lo hace mal no tiene nuestra atención y que cuando lo hace bien hay una consecuencia positiva para él.
Por último, a veces IGNORAR conductas resulta más efectivo que premiarlas o castigarlas, cuando lo que buscamos es la extinción de las mismas. Pues también estamos prestando atención al castigar. Ante llamadas de atención puras y duras, como por ejemplo, propinar palabrotas al aire, la mejor estrategia es NO PRESTAR ATENCIÓN (ni para bien, ni para mal). Hasta que el niño compruebe que esa conducta no elicita reacción alguna por vuestra parte. Entonces él mismo dejará de hacerlo, al no recibir refuerzo.
Aunque técnicas hay muchas y estrategias también, no quiero eternizarme, pues esto no deja de ser un post de nuestro blog sobre mi hijo se porta mal. Me conformo con que os queden claras las siguientes pautas:
- Ante una conducta disruptiva siempre hay factores que la causan y otros que las mantienen.
- Estos factores se pueden identificar y evaluar, con las siguientes preguntas: ¿Cuándo empezó mi hijo a hacer “esto”? ¿En qué circunstancias surge la conducta inadecuada? ¿Qué hago yo como padre cuando ocurre?
- Recordad que muchas veces invertimos demasiadas energías y tiempo en “señalar” las conductas incorrectas de nuestro hijo y nos olvidamos de reforzar lo que sí hace bien.
- Cualquier conducta de nuestro hijo es susceptible de ser modificada, y aunque no siempre es fácil, pero la clave está en cómo estoy respondiendo YO a la misma.
Espero que el artículo mi hijo se porta mal te haya resultado de utilidad.
Pero de esta manera no nos estamos olvidando de lo que realmente siente el niño? de por qué hace eso? así podremos erradicar el comportamiento, bueno.. o no.. según.., pero, no estamos reprimiendo emociones que nos dan un mensaje importante acerca de lo que le pasa a ese niño por dentro? tal vez tiró del pelo a su hermana porque está celoso.. o porque en el cole se meten con él y ni lo sabemos.., educando así, en mi opinión solo conseguiremos que el niño se comporte, sí (o no.. como decía antes, hay muchas variables) pero tal vez se controle tanto, a pesar de estar pasandolo mal o regular, que perdamos de vista qué le está pasando por dentro y no podamos darle las herramientas necesarias.
Lo dificil es saber qué le pasa y trabajar en ello, lo facil es castigarle y hacerle callar. Supongo que en el equilibrio está la virtud, pero es dificil de encontrar.
Gracias por el artículo.
Mi hijo tiene 19 años. Siempre fue tranquilo. Últimamente se pone grosero y dice que nos odia cuando toma o cuando no damos un permiso.
Con su padre tiene poca relación porque fue drástico con los permisos y muy exigente en sus resultados personales o de colegio
Ahora está enojado conmigo también y me corto la comunicación porque no cedí ante un permiso y porque le hablé por tratarle con palabras groseras a su hermana menor.
Como lo corrijo?
Me ha encantado el artículo, muchas gracias por compartirlo. Fan de tu Blog. Saludos