¿Qué es el Candy Crush? Pues es un “sencillo” juego de estilo puzzle, que consiste en juntar caramelos del mismo color para que desaparezcan y así ir cumpliendo el objetivo de cada nivel, para superarlo y pasar al siguiente. Los niveles se engloban en episodios y cada episodio da paso a otro distinto. Hasta llegar al final (si es que lo hay…)
¿Y ya está? No, por supuesto. Para que un juego sea realmente adictivo y triunfe como la Coca-Cola como es este, tiene que llevar una serie de “ingredientes” que hacen que no te canses nunca de jugar. Vamos a analizar en este post los secretos de su éxito.
- DISEÑO: al puro estilo de las tragaperras. El Candy se ha diseñado para ser totalmente ADICTIVO. Colores vivos, melodía agradable y… ¡caramelos! ¿A quién no le gustaban de pequeño los caramelos? El Candy consigue trasladar nuestra mente al pasado y que revivamos nuestros deseos más profundos y primitivos: “Quiero más caramelos”, es así de simple.
- JUGABILIDAD: es sencillo en los primeros niveles y se va complicando a medida que avanzas por los distintos episodios (aparecen las bombas, el chocolate, el regaliz, la nata…), toda una serie de elementos que te complican la existencia y te hacen estancarte. Pero no hay ninguna pantalla IMPOSIBLE, y eso provoca que no puedas abandonar el juego, pues la curiosidad te empuja a seguir avanzando.
Por otro lado, como las vidas en el juego son limitadas (sólo 5), y cuando las gastas tienes que esperar la solera de ¡30 minutazos por vida!, tu mente tiene tiempo de sobra para descansar y no terminar saturada de tanto “dulce”. Una jugada muy inteligente por parte de los creadores del juego porque así consiguen 2 cosas importantes:
1) Ganar dinero, porque el jugador tiene la opción de pagar por tener vidas extras.
2) Como en algunos niveles (los que son de tiempo limitado) las vidas se terminan “demasiado pronto”, al jugador sólo le ronda una idea por su cabeza: quiero jugar y NO PUEDO (prohíbele algo a alguien y eso es precisamente lo que querrá hacer).
Gestión del tiempo: lo importante no es siempre lo urgente
- RED SOCIAL PROPIA: en el mapa del juego puedes ver el transcurso de tus “amigos del Candy”. Eso está específicamente ideado para incrementar nuestra competitividad, pues cuando ves que un amigo te está alcanzando, más horas le echas con el fin de alejarte de él. Ya que lo último que te apetece es encontrarte en tu muro del Facebook un mensaje de Joab que reza así:
Te superé en el Candy crush saga. Eh, te estas quedando atrás ¡acabo de superar el nivel 517!Entra y juega a ver si me puedes superar.
Y encima, con dedicatoria personalizada incluida… ¡diabólico!
- AUTO-REFUERZO POSITIVO: una de las novedades que introduce este juego respecto a otros, es que te hace sentir mejor persona. Sí sí, habéis leído bien. Igual creéis que estoy exagerando pero si has tenido uno de esos días en los que no has hecho muy bien las cosas o te has enfadado con tu madre, tienes 2 opciones: irte cabreado a la cama sintiéndote un mal hijo o enviar una vida extra a tus amigos del Candy. Y si has hecho algo realmente horrible, este maravilloso juego te permite redimirte de tus pecados, ofreciéndote la oportunidad de mandarle un “ticket “para pasar al siguiente nivel, a algún compañero que esté esperándolo (nunca a uno que vaya por delante de ti… eso queda para los seres de bondad superior).
- VENTAJAS: como puedes jugar en el ordenador, en la tablet o en el móvil, no hay excusa para no intentar superar la pantalla en la que estás atascado en casi cualquier momento del día. Cuando sales a fumarte un cigarro durante el curro, sentado en el wc o antes de irte a la cama, son momentos ideales para echar una partidita. Nunca se sabe cuándo se van a dar las condiciones perfectas para superar el maldito nivel en el que te encuentras, aunque tengas (en contadas ocasiones) que recurrir a gastarte el dinero con un chupachups o 5 movimientos extra.
¿Invertir en experiencias o en relaciones?
Aunque aquí hemos visto algunos de los aspectos que hacen que el Candy Crush sea uno de los juegos más adictivos que hay ahora en el mercado, no podemos dejar de admirar la capacidad de renovación de sus creadores, que cuando parecía que ya no podían sorprendernos más, va y sacan “El mundo de ensueño”. Una variación del Candy dentro del mismo juego, en el que un búho con problemas de equilibrio te hace sudar de nuevo en los niveles que ya habías superado.
¡Me quito el sombrero maestros!
La verdad es que el candy engancha, y enganxha mucho.
Cualquier juego es potencialmente adictivo y puede ser peligroso. Hay que disfrutar, pero tener cuidado con los juegos o pueden hacer daño
Hola Javi, tienes mucha razón en eso de que hay que tener cuidado con los juegos. Sobre todo si los que se enganchan son niños y aún no son conscientes de las consecuencias que puede conllevar una adicción.
Gracias por participar!
Lo del Candy es muy peculiar. Yo no juego, peor me invitan en facebook a que me una día si día también. Lo depoder enviar vidas a tus amigos esta muy bien. Lo de querer enganchar a tus amigos para que te manden vidas es un coñazo. Ademas Sira, estoy convencido de que Joab es mejor que tý!
Querido compañero. No sé si Joab será mejor o peor, pero de lo que sí estoy segura es que le echa más horas que un reloj! Ya le he dicho muchas veces que viva un poco más y, sobre todo ¡que trabaje!
Buena la explicación del juego y el enganche que genera. Aunque no he jugado al Candy si ando liada con una granja donde recojo maíz y huevos de las gallinas, entre otras cosas, para hacer unas recetas estupendas y venderlas a buen precio, y así la pescadilla que se muerde la cola. Esta granja es uno de mis mayores ladrones de tiempo, vivo en una ciudad y en una granja virtual,…
Me ha encantado el artículo, sigo enganchada al Candy pero ahora al menos ya sé por qué 😉 Bromas a parte, expones una información que seguro que los que diseñan los juegos las tienen muy presentes pero para la mayoría de los padres es muy revelador y ayuda a entender que jovenes y mayores se enganchen
Toda la razón Patricia. Los diseñadores de juegos tienen mucho que enseñarnos sobre psicología.
Me alegra verte por aqui! 🙂