Después del artículo de mi compañero la barbaridad de la publicidad en las apuestas deportivas, sigo reflexionando sobre el fenómeno de las apuestas.
» ¡¿El juego, un gran invento?!». Parafraseando a la mítica película “El turismo es un gran invento” (dirigida por Pedro Lazaga en 1968 y magníficamente interpretada por el conocidísimo Paco Martínez Soria) en la que se trataba de dar a conocer las virtudes del boom turístico español, vivimos hoy en día un fenómeno parecido con el mundo del juego y de las apuestas.
Según datos de un estudio elaborado por la Universidad Carlos III y la Fundación Codere, en el año 2015 se jugaron en España un total de 34.096,4 millones de euros entre locales presenciales y páginas de juego online, un 11,27% más que el año anterior. Fueron las casas deportivas online las que obtuvieron un mayor crecimiento, un 30,4% más que en 2014.
Pero, ¿cómo puede estar afectando esto a nuestra sociedad?
Desde que el juego fue legalizado en España han cambiado algunas cosas. Evidentemente ha ido creciendo el número de páginas online, locales, publicidad. El estado obtiene ingresos que antes no obtenía, se crean muchos puestos de trabajo y en definitiva, un dinero cuantioso antes sumergido se pone en funcionamiento y genera movimiento económico.
Pero también está cambiando la manera en que los jóvenes actúan con respecto al juego. Esta socialización del juego está convirtiendo estos locales en centros de ocio donde quedar con amigos a experimentar fuertes sensaciones.
El deporte ya no es sólo deporte si se le asocia el dinero de por medio, se otorga un “anonimato” al jugador online que hace muy difícil de controlar sus movimientos cuando existen riesgos potenciales de ludopatía. En definitiva, el juego se está trivializando y se le está perdiendo el respeto con todo lo que ello conlleva.
Psicología deportiva, ¿en qué consiste?
En el estudio anteriormente comentado, se daba una cifra de ludopatías de sólo el 0,3%, lo siento pero no me lo creo. Todo el mundo conoce hoy en día este mundillo del juego y últimamente no es difícil encontrarse con muchos jóvenes deseando de “jugarse las perras” de un modo u otro.
La diversidad de los modelos de apuestas están dando lugar a que el perfil del ludópata está cambiando a su vez. A principios del 2000, el ludópata medio era hombre, por los cuarenta años y bien posicionado socioeconómicamente. Actualmente nos encontramos con que el perfil es el siguiente: Varón entre 18 y 25 años estudiantes o parados, que conviven con sus padres y que además presenta asociadas conductas como el consumo de alcohol y drogas. Buscan en el juego una fuente de ingresos rápida (te pagan al instante) y enlazan esta conducta de riesgo con el ocio, es una nueva forma de divertirse y si encima pueden ganar dinero…
En definitiva, el perfil del jugador está cambiando al mismo tiempo que está creciendo de manera exponencial la facilidad de acceso al mundo del juego gracias a las nuevas tecnologías y sobre todo al auge de empresas en el sector. Cómo decía mi compañero Javier Romero en un artículo anterior titulado “la barbaridad de la publicidad de apuestas deportivas” dentro de unos años nos echaremos las manos a la cabeza con la nueva tolerancia que se le está dando al juego y es que muchas veces, no vale con un simple mensaje de” juegue con responsabilidad”
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