El tabaco es una droga. Y no lo digo porque quiera echaos el sermoncito, sino porque cuando fumas y lo quieres dejar te das cuenta realmente de que lo es.
Últimamente he pensado muchísimas veces en aquel libro mal titulado “Dejar de fumar es fácil si sabes cómo”. Pues bien, yo debo ser muy tonta porque después de leerlo más de una vez y entender el mensaje del libro (o eso pensaba yo…) diría que dejar de fumar es de todo menos fácil.
Así que ante los repetidos fracasos a lo largo de mi vida en lo que respecta a dejar el vicio, he pensado “¡Oye! si yo soy psicóloga… Quizás me funcione lo que intento aplicar en los demás…” Y así lo he hecho. La terapia cognitivo conductual es aquella que se basa en la modificación de pensamiento y conducta para conseguir el cambio emocional y en ella me he centrado para dejar de fumar… TANTO
MODIFICACIÓN DE PENSAMIENTOS
Los intentos fallidos de dejar de fumar en el pasado, han sido causados directamente por los pensamientos resultantes de la decisión que estaba tomando. Estos pensamientos se podrían expresar con las siguientes sentencias:
- PROHIBIDO fumar
- Esta decisión es DEFINITIVA
- Este es el ÚLTIMO cigarro que me fumo en TODA MI VIDA
¿Desgarradores no?
¿Cómo hacerle frente a este tipo de pensamientos? Yo no he sido capaz. Pues para el ser humano no hay nada más atractivo como desobedecer una orden directa. Es casi como un acto reflejo, te prohíben algo y de repente es lo único en el mundo que te apetece hacer (como cuando se te acaban las vidas en el Candy Crush).
Por este motivo he decidido sustituir estos pensamientos por otros, digamos, “menos estrictos”.
- Dejar de fumar es un PROCESO
- Yo marco el RITMO con el que voy a dejar de fumar
- Me puedo fumar hasta 3 cigarros al día (yo he elegido 3 porque he comprobado que lo puedo aguantar, si ves que tú necesitas más pues adelante)
Por otro lado, al “consentirme” a mí misma fumar, ya no siento como un fracaso el acto de encenderme un cigarro, sino que estoy haciendo lo que he decidido hacer. Y me permito el lujo de sentirme orgullosa y todo, pues he conseguido reducir el número de cigarros diarios en 7 veces menos. Lo mire por dónde lo mire, es un logro.
MODIFICACIÓN DE CONDUCTAS
Hemos visto que los pensamientos influyen poderosamente en el acto de fumar y en el de dejar de hacerlo… TANTO.
Pero la conducta también juega un papel clave en toda esta historia.
Voy a hacer un breve repaso por las conductas que me han ayudado a sobrellevar este proceso (me voy a ahorrar las típicas como mascar chicle, coger el boli y hacer como que te lo fumas, beber mucho agua y meter el dinero que te ahorras en una hucha todos los días).
1) CALADA A CALADA
Los grandes fumadores (como aún lo soy yo) nos encendemos un cigarro y lo apuramos casi hasta el filtro de “una sentada”; es decir, no te planteas si a mitad de cigarro ya estás “saciado”, simplemente te lo fumas entero sin más. Cuando el número permitido es 3 y las horas que vas a estar despierto son 18, no tengo que ser tan gañán de agotarlos todos por la mañana. Porque entonces cuando llega la noche puede ser que mi marido me encuentre subiendo las escaleras de casa al estilo “la niña del exorcista”.
Si quieres seguir pareciendo humano tienes que fumar más o menos cada 6 horas. ¿Qué pasa? Que al principio las 5 horas y 57 minutos entre cigarro y cigarro se vuelven insoportables. Para paliar este efecto, lo que he hecho es fumar unas caladas cada hora o dos y lo apago hasta el siguiente momento de debilidad. Parece que unas caladas no quitan la ansiedad pero a mí os juro que me funciona.
2) ALEJAR LA TENTACIÓN
Como está claro que voy a comprar tabaco para fumarme mis 3 cigarros (estas conductas no las voy a modificar, de momento) lo que puedo cambiar en este sentido es dejarme el paquete de tabaco en la oficina (o en versión light, en el coche). Así, los primeros días de dejar de fumar… TANTO, no tengo la tentación al alcance de mi mano.
3) ADQUIRIR AQUELLA MARCA QUE NO TE GUSTA… TANTO
Por último, una de las contraindicaciones de dejar de fumar… TANTO es que cuando te fumas alguno de tus 3 cigarros, como los pillas con tantas ganas, éstos actúan como potentes reforzadores. Las caladas te saben a gloria y por eso, si me quedara ahí sé que no lo dejaría en la vida. Por eso he decidido ir un paso más allá y empezar a comprar una marca que no me gusta. De esta forma, por lo menos no me quedo con tan buen sabor de boca.
La versión heavy de esta recomendación es, directamente, comprar celtas cortos sin boquilla. ¡Pero a ver quién tiene pelotas!
Bueno, ya os contaré dentro de un tiempo si me ha funcionado. Espero que mi experiencia os sirva para animaros a dejar de fumar… TANTO.
Para dejar de fumar lo primero es querer. Luego habrá que buscar el cómo, pero si no se tiene la voluntad inicial. el resto no va a funcionar
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