Estoy en un momento y una edad, donde me encuentro rodeada de padres y madres. La personas de mi entorno más cercano se lanzan a esta experiencia tan apasionante y enriquecedora.
Pero tal vez, el hecho de no tener hijos también me hace ver esto desde otro punto de vista, creo que más objetivo y racional, ya que no estoy condicionada por el sentimiento que nos hace ser muy ciegos a veces.
Cuando no tienes hijos y haces alguna crítica a un padre o madre, su respuesta es: “tu no lo entiendes, ya lo sabrás cuando los tengas”.
Modelos educativos
Efectivamente cuando uno no tiene el vínculo es más fácil ver todo, de igual modo cuando el hijo es tuyo, lo quieres, te cuesta ponerle límites, castigarle…pero eso no significa que esté bien y que sea sano para él.
Y no es que no entienda lo que hacen algunos padres, tal vez llegado el momento yo lo hiciese igual, es que no lo comparto y para eso no me hace falta tener un hijo. Creo que no se debe perder nunca la visión crítica. Muchos padres no aceptan ni quieren escuchar que no lo están haciendo tan bien como creen.
Vivimos en la sociedad de la información.
Hoy en día tenemos posibilidad de aprender de todo sin salir de casa, esta sensación nos llena de omnipotencia haciéndonos pensar falsamente que solo por leer un post en un blog ya sabemos de esto o de aquello. Esto precisamente le ocurre a muchos que son padres en la actualidad.
Hay tantas teorías y modelos de aprendizaje como formas de pensar. Lo que ocurre es que la mayoría de los padres buscan un modelo que se asemeje a lo que ellos son y piensan, y no a lo que es mejor para su hijo, y agarrándose a esta teoría se autoafirman sin tener ni una pizca de sentido crítico.
No es sólo cuestión de colecho si o no
El debate se mueve entre diversas versiones: colecho o la cuna, teta o biberón, guardería o casa… y en verdad ninguna de estas teorías es la correcta, son más bien conductas propias de una forma de educar que no tiene que ser ni buena ni mala, pero que si está dentro de un contexto determinado puede ser muy perjudicial.
Por ejemplo: no tiene porque haber nada malo en que el niño duerma con los padres, siempre que se sepan gestionar bien los límites, sin embargo si esta acción se convierte en anular por completo la relación de pareja porque se pierden todos los espacios de intimidad, lo único que le estarás enseñando a tu hijo es que él es el centro de tu vida y está por encima de todo, incluida tu pareja.
No es una simple cuestión de colecho si o no, sino de que modelo estilo educativo vamos a usar con los hijos.
El niño, el centro de la vida de sus padres
Un niño no debe ser el centro de nuestras vidas. A veces cuesta tanto que lleguen, que volcamos todas nuestras expectativas en ellos, pero de esta manera seguramente sobreprotegemos y mimamos en exceso.
Un hijo ocupa una parte fundamental en la familia, pero su presencia no debe anular a la pareja. Y la dinámica de la familia no debe girar en torno a sus necesidades únicamente, es más bien una cuestión de equilibrio.
No es bueno tenerlo todo el día en brazos porque le enseñas la dependencia, pero tampoco es positivo no cogerlo nunca, ya que el niño necesita sentirse protegido y reconfortado,
Queremos seguir estas pautas tan al dedillo, que al final perdemos la espontaneidad de criar. A nuestros padres no les dieron ningún manual para ello, y aquí estamos con nuestras virtudes y nuestros defectos, pero la mayoría no tiene traumas porque
- su madre trabajase y el estuviera en una guardería
- o por dormir en nuestra cama
- o que me pusieran las lentejas en la merienda cuando no las había querido comer en la comida…
Sin embargo, cada vez llegan a terapia más niños y adolescentes. Y cuando empiezas a profundizar te das cuenta de la falta de límites y la nula capacidad de frustración que tienen, todo aprendido en la familia.
El error de la sobreprotección
Si hacemos todo por ellos, les protegemos y nos les dejamos que se equivoquen, que sufran, que sientan el desengaño… no les ayudamos, les perjudicamos y no les permitimos crecer.
Lo mejor que puede un padre hacer por su hijo es
- Plantearle un reto cada día y dejarle que lo resuelva solo
- Que se equivoque, que sufra y que se frustre
Porque solo así aprenderá y solo así generará los recursos suficientes para desenvolverse en la vida.
Pero si no les dejamos que se frustren porque nos da pena, porque pensamos que es una tontería lo que les ocurre, que es demasiado pequeño, que no tenemos tiempo… no les haremos ningún favor, se convertirán en inútiles que no se sabrán desarrollar en el mundo porque la realidad es que en su vida no lo van a tener tan fácil.
Hoy en día un niño lo tiene todo:
- Juguetes para aburrir
- Actividades,
- Cine,
- Bolas,
- Juegos,
- Viajes,
- Golosinas,
- Tecnología
- …
Tienen tanto que no valoran nada y que cuando queremos que aprendan no tenemos premios con los que reforzar sus logros, y tampoco como privarlos en sus castigos.
Negar cosas a tus hijos es educar en valores
Pero a pesar de que muchos padres dicen esto, casi ninguno es capaz de negar algo a su hijo, por miedo a su reacción. – ¿Cómo no le voy a dar un móvil si tienen todos sus amigos?- . Yo me pregunto: ¿De verdad es necesario que un niño de menos de 12-13 años tenga un móvil con conexión a internet?, y si no lo tiene ¿qué es lo peor qué le podría pasar?
Por favor seamos sensatos. Lo peor no es lo que le pasa a él, que obviamente no le pasa nada, es lo que le pasa a sus padres que no saben soportar la frustración de su hijo…
La vida, la crianza y la educación es algo más natural de lo que lo hacemos hoy en día, y creo que ganaríamos más si nos dejásemos llevar más por el sentido común y menos por las modas.
Y como dice la frase: “tener un hijo no convierte a uno en padre-madre, del mismo modo en que tener un piano no lo vuelve pianista”, es más bien una cuestión de vínculo y de lo que hacemos con él.
¿Y tu que opinas sobre la educación de los hijos? ¿Defiendes el colecho?
Muy buen artículo compañera! Yo añadiría un apunte importante: si los padres empezaran a concebir el error como fuente de aprendizaje, sufrirían menos durante el proceso educativo de sus hijos; los cuales, necesitan de estos pasitos atrás, para tomar impulso y avanzar. Equivocarse es evolutivo, sano y muy recomendable, pues cuando nos equivocamos SIEMPRE aprendemos algo de ello.
Gracias por tu comentario que completa lo que quería trasmitir
De madre a hija: criar y educar es la tarea mas dificil y apasionante que he hecho en toda mi vida. Durante ella he aprendido a ser mas yo ,segun vosotros erais cada vez mas independientes y autonomos. Tambien he aprendido que no teníais que ser como yo, que teníais vida propia y que aunque no siempre me gustasen las cosas que haciais o como las hacíais, mi amor por vosotros es incondicional.
Yo, que soy de la vieja escuela del orden , la disciplina y el esfuerzo,una de las cosas que haria si pudiera volver a educaros,seria simplemente deciros mas veces «te quiero».
Gracias Nines por tu aportación.
Viendo tu comentario y los que en ocasiones hace mi madre, no me queda mas que pedir que os animeis a publicar artículos de opinion en nuestro blog.
Nosotro seremos psicólogos y todo lo que tu quieras, pero vosotras podriaís aportar una visión relamente interesante sobre la educación y «la vida.
Gracias Nines por tu aportación. Un saludo
Pues yo creo que los niños cuando no tienen lo mismo que sus amigos se sienten ridículos, avergonzados y desplazados… ¿Como harías tú para que al negar al niño lo que sus amigos tienen no sienta verguenza ni ridiculez? ¿Como paliarias esas emociones? Ya me dirás…
Hola Gema.
Creo que simplemente tenemos que ayudarlos a comprender que en esta vida unos tienen una cosas y otros otras.
Si a los niños se les ayuda a tener una buena autoestima, no van a tener ningún problema en aceptar que otros amigos y compañeros tengan más o menos cosas que el.
Un saludo y gracias pro aportar tu visión
Hola, Marta.
¿Has leído a Carlos González?
¿Qué opinión te merece?