Las fantasías sexuales, constituyen el combustible del deseo sexual y la excitación. Normalmente se fantasea, cuando la excitación y el deseo funcionan adecuadamente. Por lo que fantasear, enriquece el área sexual privada y de la pareja.
Hasta aquí es perfecto, si no fuera porque las fantasías, al igual que pueden convertirse en motivo de unión, pueden llegar a provocar conflictos en la relación.
Y aquí tenemos el dilema, algo que genera excitación en la pareja, genera malestar en la otra persona.
Pienso luego fantaseo
Las fantasías sexuales, son pensamientos, estos pensamientos se basan en la historia vital de cada uno de nosotros. Es decir, a partir de nuestra vida, generamos narraciones, en este caso sexuales, al igual que cuando un autor, crea un universo propio, a través de una novela, película o serie.
Podríamos decir que, las fantasías sexuales, son por tanto, una especie de relato erótico, generado por nosotros, con el que nos recreamos y excitamos.
Nuestras fantasías, tienen componentes de toda nuestra historia de aprendizaje. En la actualidad, el porno, se ha convertido en una de las principales fuentes de modelamiento de las fantasías. Influye ellas y se encarga de satisfacerlas.
¿Fantaseo luego actuó?
Es habitual utilizar el término fantasía sexual, como sinónimo de; practica sexual que una persona desea realizar.
Esto lleva a muchas personas, a pasarlo mal en su relación de pareja. Por esa asociación entre fantasía y deseo de realización.
Es muy posible que hayas oído algo así como “si lo piensa significa que lo desea o quiere…”. La realidad es que una fantasía, cómo cualquier pensamiento, no es nada por sí mismo.
Por ello, no podemos decir que pensar en algo, signifique nada más allá. Pensar significa pensar.
Si el pensamiento resulta excitante y la persona se siente bien con él, ahí tenemos la fantasía sexual por excelencia. Importante repetirlo, que resulte excitante, no significa que se quiera o desee realizar.
Sí la pareja, conoce la fantasía y la acepta, la intimidad sexual puede verse realzada, y como veremos más adelante, puede convertirse en un gran aliciente en las relaciones sexuales.
Sin embargo, en caso de que la pareja, considere que una fantasía es inadecuada. Puede resultar, en una fuerte fricción dentro de la relación. Especialmente, sí va en contra de los valores del otro.
¿Los sueños, siempre, sueños son?
Claramente no, en ocasiones se unifica la fantasía y la apetencia por cumplir esa fantasía.
Es en ese momento cuando oímos un tajante “me encantaría realizar un trio,” por poner un ejemplo. Que no sería lo mismo que; “me excita pensar en hacer un trio”.
Pueden parecer diferencias sutiles, sin embargo, diferenciar, supone un gran cambio en una relación.
Cuando las fantasías, se desean cumplir y son compartidas y aceptadas por la pareja, es probable que sea un incentivo en la vida sexual de ambos.
Los casos más complicados, son aquellos en los que, la fantasía del otro, genera algún tipo de rechazo. Ya que esto puede traducirse, en sentimientos de rechazo hacia la propia pareja y preocupación, la cual puede llegar a ser muy intrusiva y generadora de una fuerte ansiedad.
Fantaseando que es gerundio
En síntesis, si tu pareja fantasea con algo, no tiene por qué significar que lo quiere llevar a la realidad. Por lo que, la comunicación puede ser vuestra aliada, resolver vuestras dudas en conjunto, puede fortalecer la relación.
La intimidad en pareja: una aliada en el sexo
Por otra parte, si tienes una fantasía y dudas si trasmitírsela a tu pareja, es importante que tengas en cuenta que, las fantasías sexuales, son eventos privados. Por lo que, tú decides, que aspectos de tu imaginario sexual, quieres compartir con tu pareja y cuáles no.
Espero que este post os resulte de ayuda, nos vemos en el siguiente, como siempre, podéis sugerir y preguntar cualquier cuestión en los comentarios.
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